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MÁS ALLÁ DE MIS BRAZOS; EL FIN DE LA EXTEROGESTACIÓN

Seguramente hayas visto muchas veces los bonitos montajes de fotos en los que a un lado sale una radiante embarazada de 9 meses de gestación y al otro lado la misma mujer con su bebé de 9 meses en brazos.

A parte de lo bonito que supone pensar que lleva el mismo tiempo fuera que el que pasó dentro del útero, en realidad es un punto de inflexión importante. En estos 9 meses de vida, el bebé ha pasado de estar la mayor parte del tiempo durmiendo (aunque sea encima de su madre) a empezar a desplazarse (gateando o reptando). Ha pasado de alimentarse exclusivamente de leche a incorporar a su dieta muchos alimentos más.

En definitiva, en esos 9 meses ha pasado de estar completamente indefenso y ser un anexo de su madre, a poder estar algunos ratos alejada de ella sin que pase nada.

A este periodo se le llama EXTEROGESTACIÓN. La teoría de la exterogestación se basa en que el ser humano es de los pocos mamíferos que nacen inmaduros o prematuros, mejor dicho. Las 40 semanas de gestación intrauterina son un tiempo insuficiente para que el ser humano se desarrolle por completo. Su visión, su psicomotricidad no están suficientemente desarrolladas para sobrevivir sin su madre.

Según la teoría de la exterogestación, se dice que el ser humano al cambiar a la posición de bipedestación (caminar erguidos) la pelvis materna se estrechó a la vez que el cerebro del homo sapiens se desarrolló muchísimo, por lo que el perímetro craneal creció considerablemente. Esta nueva situación nos llevó inevitablemente a tener que nacer antes de tiempo para poder hacerlo por el canal del parto.

Conocer esta teoría cuando era madre primeriza supuso para mí un gran alivio. Ahora entendía muchas cosas de las que me estaban sucediendo con mi hija. Ella me necesitaba igual que me había necesitado durante su gestación intraútero. No recuerdo quién me dijo una vez que un bebé recién nacido no deja de ser un feto más un minuto.

El hecho de nacer no supone un cambio en la situación de absoluta dependencia de su madre. Antes desde dentro, ahora desde fuera. Necesita su contacto, necesita escuchar su voz, necesita sentir su calor… Estar cerca de su madre es la paz de saber que está a salvo y no morirá de hambre, de frío o devorado por las bestias.

Poco a poco ese bebé va madurando y descubre el mundo. Sin prisa, desde la calma de saber que se siente protegido. Y tú como madre, lo estás haciendo bien. Lo estás haciendo bien cuando intentas dejar a tu bebé en su cuna, se pone a llorar y tienes que volver a cogerlo. Lo estás haciendo bien cuando intentas pasearlo en el cochecito y no quiere, por lo que terminas porteándolo. Lo estás haciendo bien cuando sólo quiere estar en tus brazos.

Y llegará el día en que ese bebé empiece a necesitarte menos, aunque eso siga siendo mucho. Llegará el día en que puedas sentarlo en una sillita de paseo y se entretenga viendo el mundo. Sin duda llegará. Y también llegará el día en que ya no querrá ir en brazos, sino que querrá ir corriendo por el suelo. En que te apartará porque quiere explorar.

Ese momento llega para todos los bebés. Llega igual para los bebés que han demandado mucho contacto en los primeros meses y para los que no han necesitado tanto. La famosa frase que tanto escuché en su momento de «la has acostumbrado a los brazos y por eso sólo quiere que la lleves encima» carece de sentido alguno una vez conoces la teoría de la exterogestación.

Por tanto; ¿Qué nos puede ayudar a llevar mejor los primeros 9 meses de vida? Pues simplemente todo aquello que nos haga más fácil y feliz la crianza. Todo aquello que cubra nuestras necesidades y las de nuestro bebé. Para mí lo fueron el porteo en primera instancia, ya que eso me permitía llevar a mi bebé bien cerca, vertical igual que en el útero, escuchando mi respiración y el latido de mi corazón. También lo fue el colecho ya que así ella se sentía segura teniéndome cerca y yo podía «descansar» o sobrevivir, mejor dicho. Por último, también lo fue escuchar mi instinto, no luchar contra lo que me nacía de las entrañas. Por muchas frases que escuchara, por muchas teorías y consejos. Escucharme me facilitó enormemente transitar ese proceso hasta que mi bebé estuvo lista para descubrir el mundo más allá de mis brazos.

¿Has notado el cambio al final de la exterogestación de tu bebé? ¿Conocías esta teoría? Gracias por estar una nueva semana más ahí. Que tengas un bonito día!

FOTO: PAULA PELLICER

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