EL EQUILIBRIO ENTRE SER AMABLE Y FIRME
Criar es una de las tareas más complicadas que he llevado a cabo en toda mi vida. Cada día encuentras situaciones nuevas que no sabes cómo afrontar. A veces sales airosa, otras no tanto. Muchas veces te cuestionas si lo estás haciendo bien o podrías hacerlo mejor.
La entrada de esta semana es todo un regalo que Sílvia Urbano nos hace. Sílvia es madre de dos hijos, psicóloga, asesora de porteo y facilitadora de disciplina positiva. Seguramente habrás escuchado hablar de disciplina positiva, igual ya la aplicas o quizás no tienes claro de qué se trata. En la entrevista Sílvia nos resuelve algunas dudas y nos da algunos consejos para poder integrarla en la crianza de nuestros hijas e hijos.
¿Podrías resumir brevemente de qué se trata la disciplina positiva?
Es una aproximación educativa, una metodología o una experiencia, que se basa en el respeto hacia el niño/a, hacia nosotros/as como adultos y hacia la situación en la que nos encontramos. Se trata de encontrar el equilibrio entre ser amable y firme a la vez, sin caer en los puntos extremos de autoritarismo o permisividad. Es apostar por una educación respetuosa, asertiva, de confianza y que potencia la educación y el empoderamiento. Dando máxima prioridad a la conexión, al vínculo, es decir, al sentido de pertenencia, y a la significancia.
¿Se puede aplicar en la crianza de todos los niños y niñas?
¡Se puede! No se limita a ninguna edad ni situación. Claro está que no será lo mismo la disciplina positiva que apliquemos en la primera infancia, que la que apliquemos en la adolescencia. Pero siempre hay espacio para su uso. De hecho, la disciplina positiva podemos aplicarla a cualquier relación que establezcamos en nuestra vida: con la pareja, en familia, o inclusive en el trabajo.
¿Por qué nos cuesta tanto a las madres y padres pensar en otro tipo de educación? ¿Esta disciplina es aplicable a todas las familias?
Antes de ser madres o padres hemos sido hijas o hijos y por lo tanto hemos crecido con un tipo de educación. Ésta será la que acarrearemos en nuestras espaldas, y condicionará de un modo u otro a cómo nos relacionemos con nuestros hijos/as. Generalmente, hemos crecido en un momento en que la balanza educativa estaba del lado de una aproximación más autoritaria, buscando niños y niñas obedientes, premiando o castigando las conductas. Eso puede conllevar que pasemos al otro lado: a ser lo permisivos que no fueron nuestros adultos (y no hablo solamente de los padres). O, viceversa, ser lo autoritarios que no fueron nuestros adultos. Es por ese motivo, que deberíamos encontrar el punto en que podamos ser firmes, responsabilizar a nuestros/as hijos/as a la vez que mantenemos respeto, escucha activa y amabilidad. Procurando siempre de dotarles de herramientas y confianza. Aquello que no nos es habitual, o que no se hemos visto que se haya realizado antes, o que nos resulta nuevo, puede generar incertidumbre, desconfianza o confusión. Y esto podría ser lo que pase con la disciplina positiva. Si no la hemos conocido puede generarnos desconfianza o rechazo pensando que la “disciplina” no es para nosotros.
¿Entonces crees que la forma en que nos han educado puede interferir en la forma en que educamos a nuestros hijos e hijas? La disciplina positiva parte de un trabajo personal con el que hacemos un cambio de mirada de la educación y de la infancia. Sin este cambio dificilmente podremos alejarnos de lo que acarreamos. Debemos partir de un punto de vista en que los niños y las niñas son personas explorando y conociendo. Son adultos en potencia que necesitan modelos y referentes y nos toman a nosotros como su referencia y nos brindan toda su confianza para que les guiemos. Cómo hayamos vivido nuestra educación marcará nuestras preferencias de comunicación, contacto y educación. De ahí la importancia de escucharnos y saber qué queremos brindar a nuestros hijos, cómo acercarnos a nuestra mejor versión y que podamos hacerles llegar siempre el mensaje de amor.
¿Qué beneficios tiene para las niñas y niños educarlos utilizando la disciplina positiva?
Al hablar de los beneficios de la disciplina positiva, hablamos de beneficios a corto y largo plazo: bienestar, autoestima, seguridad, confianza, respeto, habilidades de vida, escucha… Y es que hay una frase que nombró Jane Nelsen, autora de la disciplina positiva, que se repite mucho, ¡pero es que con razón! Y dice: “¿De dónde hemos sacado la alocada idea de para que un niño se porte bien tenemos que tratarle mal?”. Es una frase muy ejemplificadora porqué si queremos niños (futuros adultos) responsables, amables, educados, solidarios, etc. Lo mejor será que los tratemos con responsabilidad, amabilidad, educación, solidaridad y tantísimas otras características. Los niños se portan bien cuando son tratados bien. Por eso es una apuesta de presente y futuro hacer uso de la disciplina positiva, porqué queremos unos adultos capaces, asertivos, felices. Queremos unos niños y niñas alegres, felices y que confien, que se sientan unidos y con sentido a sus adultos.
¿Cómo podemos aprender a educar en positivo?
Ante todo, poner el foco en nosotros, respirar, tener paciencia y observar a nuestros hijos como lo que son: personas en desarrollo que exploran y aprenden de todo su entorno. Aproximarnos siempre desde el respeto: Un respeto hacia el niño/a, hacia nosotros y hacia la situación que vivamos. Manteniendo el empoderamiento, dando aliento, motivando y focalizándonos en soluciones. Y recordando que cualquier error es una oportunidad de aprendizaje. Somos los adultos de referencia de nuestros hijos, así que debemos ser su modelo y por lo tanto su espejo. Démosles las herramientas para ganar esas habilidades de vida.
¿Qué requisitos han de tener los cuidadores para que la disciplina positiva sea un éxito?
Paciencia, energía, ganas, motivación y saber que no somos perfectos. Cuidémonos y
respetémonos para cuidar y respetar. Y tal como decía: ante un error, tomémoslo como una gran oportunidad de aprendizaje. Observémonos y vayamos aprendiendo. Pongamos palabras a lo que sentimos, comuníquenos y confíemos en nosotros, en nuestros hijos y en el proceso que llevará esta educación. No queramos ver resultados de hoy para mañana, confiemos y traslademos los valores. Y dejemos ser a los niños lo que son: niños con afán de aprendizaje, de curiosidad y de querer aprender por si mismos. Hay magia en ese proceso aunque en momentos la intensidad del día a día nos dificulte verlo. Pero cuando queramos darnos cuenta, serán personas adultas que habrán recogido lo que hayamos sembrado.
Espero que hayas disfrutado tanto como yo de esta entrevista. Sílvia hace talleres sobre disciplina positiva y porteo que espero pueda retomar en cuanto termine el confinamiento. Puedes contactar con ella en su web www.silviaurbano.com o su cuenta de Instagram @silviaurbano_yopor_teo.
Cuéntame; ¿Conocías la disciplina positiva? ¿La estás aplicando? ¿Crees que es una buena forma de enfocar la crianza? Gracias por estar una semana más ahí. Que tengas un bonito día!
Patri
29 abril, 2020 at 10:53Genial la manera de expresar aquello que todo padre debería aplicar o como mínimo conocer.
¡Me lo apunto en mayúsculas y negrita para aplicarlo a mi pequeña!
La Mamisis
2 mayo, 2020 at 11:50Gracias Patri! Un abrazo 🙂