SANANDO HERIDAS CON EL PARTO DE CHLOE
Hace unas semanas escribí el relato del parto de Gina y tenía pendiente el de Chloe. Así como el parto de Gina lo dejé completamente en manos del personal médico del hospital donde parí, el de Chloe lo planificamos al detalle. La herida del parto de Gina era muy reciente, hablo de herida emocional, y no quería volver a pasar por aquello otra vez. Yo sabía que podía ir mejor y como iba a ser mi último parto, era también mi última oportunidad e iba a jugar todas las cartas posibles para conseguirlo. En el post sobre cómo prepararte para el parto cuento algunas de las cosas que me funcionaron y fueron la clave para estar preparada.
A todo esto, estábamos a punto de cumplir las 40 semanas e iba una vez a la semana a visitar a mis comadronas (@matronasacupuntoras / La Flor de la Vida) a su consultorio. Ellas controlaban el crecimiento de Chloe midiendo mi barriga, escuchaban el latido, la posición fetal, me miraban la tensión arterial y analizaban las proteínas de la orina para controlar que todo evolucionaba correctamente. Y no, no me pesaban, no me hacían tactos ni ecografías innecesarias.
Dos días antes de salir de cuentas fuimos a Sant Joan de Déu, el hospital donde iba a parir, a hacer los primeros y últimos monitores. La verdad es que mis comadronas ya me avisaron que no tenían mucho sentido ya que el parto se puede desencadenar en un momento y tampoco aportan mucha información, pero como iba a dar a luz allí tampoco quería ponerme de malas con ellos y fuimos.
Era lunes 28 de enero a las 10:00h. Nos atendieron muy bien y el monitor reflejó alguna pequeña contracción, nada del otro mundo y muy normal al final del embarazo. Tampoco me pesaron ni me hicieron tactos. Hablamos con una comadrona muy amable que me dijo que esperaba no volverme a ver por monitores y que a ver si tenía suerte y me ponía de parto pronto.
Esa misma noche empecé con contracciones. Eran algo molestas y muy irregulares. Estuve varias horas así y al orinar vi que en el flujo había un poco de mancha rosada. Tenía visita con mis comadronas el martes por la mañana y les escribí contándoles lo que había pasado esa noche, que había dormido poco y que si les parecía bien, anulábamos la visita porque esperaba llamarlas en breve. Preferí dedicar esa mañana a dormir un poco más y a hacer otras cosas y a ellas les pareció correcto. Estábamos en constante comunicación y eso me daba muchísima tranquilidad.
Como ya sabía que ocurriría, el martes por la mañana las contracciones desaparecieron. Sabía que con la luz y la subida de adrenalina que ello conlleva la oxitocina bajaría y se irían las contracciones, así que no me preocupé. El parto estaba cerca y me sentía tranquila y con fuerzas.
Mi madre y yo decidimos dar un largo paseo a buen ritmo para animar la cosa, aunque yo sabía que hasta la noche no empezaría la fiesta. Anduvimos bastante y cuesta arriba, luego nos paramos a comer y nos dimos un buen festín. Necesitaba estar bien alimentada si quería tener fuerzas para lo que se avecinaba. Al llegar a casa, mi madre se encargó de todo y yo aproveché que estaba sin contracciones para dormir una siesta en condiciones. Comer y dormir, la preparación perfecta antes de un parto (justo lo que no había hecho con Gina).
Cómo no, mi marido estaba en turno de noche, pero mi madre estaba en casa conmigo y con Gina, así que ningún problema. Esa tarde aunque varios amigos y familiares me preguntaban, yo les decía que no había novedad, pero la verdad es que a partir de las 19h la contracciones empezaron a volver poco a poco.
Estaba muy muy tranquila, me senté en la pelota de pilates a bascular la pelvis con la intención de que Chloe se encajara (hasta el mismo momento del parto no estuvo encajada, aunque sí en posición cefálica). Me puse a ver Friends y a tejer. No tenía mucha hambre pero cené, ni hablar lo de morir de hambre y sed mientras estás de parto! Mi marido se marchó a trabajar, mi madre acostó a Gina y yo me quedé en el comedor sentada en el sofá con mi serie y mis agujas.
A las 23h ya tenía bastante sueño, pero las contracciones empezaban a molestar un poco más y eran cada 6-8 min aproximadamente así que no podía dormir. Tuve que dejar de tejer y me senté en la pelota. Definitivamente me estaba poniendo de parto, aunque me habían avisado de lo que llaman «falso parto» en los segundos partos y quería esperar.
Pasaron las horas y a la 1:30h de la madrugada del miércoles decidí avisar a mi marido de que creía que estaba de parto. Trabajaba a 40 min en coche y tampoco quería que luego tuviera que correr. Le dije que iba a meterme en la ducha y que si después de 20min no desaparecían las contracciones llamaría a las comadronas.
Así fue, las contracciones no desaparecieron con el agua caliente sino que más bien se intensificaron. Aunque seguían siendo cada 6 min decidí avisarlas. Gaia me contestó enseguida aunque eran las 2h de la madrugada. Le expliqué todo y me dijo que había hecho lo correcto, que vendría un momento a ver cómo estaba y que no me preocupara, que si no era parto se marchaba y ningún problema.
Llegó Gaia y al rato llegó Aurora (otra de las comadronas) y mi marido. Me preguntaron si les dejaba hacerme un tacto y les dije que sí. Tenía ganas de saber si realmente estaba de parto. El cuello estaba prácticamente borrado, le quedaba un poco y estaba dilatada de 3cm. Fue un subidón, ya que con Gina después de muchísimas horas estaba sólo de 1 cm! Pensaba que yo sola en calma había conseguido esos 3 cm y me sentía muy satisfecha.
Decidimos esperar antes de ir al hospital a ver cómo evolucionaba. Estaba tranquila y las contracciones eran un poco más molestas, pero las controlaba bien sola. Me ofrecieron hacerme masajes u otras cosas si necesitaba, pero prefería guardar todos los recursos para el final y hacer sola todo lo que pudiera soportar. Así que estuvimos hablando un par de horas y me sugirieron que me metiera en la ducha a oscuras con música y velas. Es una gran forma de reconectar y no desconcentrarte. Al salir decidí dejar la pelota de pilates y andar un poco por casa. Eso me funcionaba para activar las contracciones. Parecerá masoca, pero sólo quería que fuera más fuertes, más fuertes. Después de andar noté que la cosa estaba animándose y me preguntaron si quería hacer otro tacto y valorar ir al hospital. No queríamos que la cosa se precipitara y Chloe terminara naciendo en el coche (ilusos de nosotros, no sabíamos que nos esperaban muchísimas horas en el hospital).
El tacto nos dijo que estaba de 5cm y decidimos irnos, pero antes de irnos me recordaron si quería comer algo para coger fuerzas y en ese momento sólo me apetecía comer una naranja y así hice. En el coche tuve un par de contracciones pero al llegar al hospital, la luz, la gente, hablar… las contracciones se relajaron un poco aunque empezaban a ser bastante molestas. La enfermera del hospital me puso un rato los monitores y vio que efectivamente había dinámica de parto, aunque cuando nos vieron aparecer con las comadronas (ya las conocían) supieron que seguro veníamos de parto. Me hicieron otro tacto y estaba de 6cm. Me dejaron estar sentada con los monitores para que soportara mejor las contracciones y me preguntaron si quería un parto natural. Contestamos que sí y la siguiente pregunta fue si quería que me pusiera una vía intravenosa. Ya se imaginaba mi respuesta así que no le sorprendió cuando le dije que no la quería. Firmé el papel conforme había rechazado ponerme la vía y ya está.
La enfermera nos comentó que estaba libre la sala de parto natural con bañera de dilatación y me hizo mucha ilusión. Aunque estaba decidida a tener un parto natural (sin epidural) sabía que tener el recurso de la bañera me ayudaría. Al poco de entrar en la sala vino la comadrona que nos acompañaría. Se presentó, nos dijo que al ser parto natural y no estar con los monitores continuos ella iría acercándose con el monitor portátil a cada rato después de las contracciones para ver que Chloe estaba bien. Se leyó mi plan de parto y lo respetó en todo momento.
Las comadronas de Sant Joan de Déu hacen turnos de 12h para evitar que en un parto tengas un montón de cambios de personal. Nosotros estuvimos encantados. Habíamos hecho la autorización para segundo acompañante y Aurora pudo entrar con nosotros. La comadrona del hospital no sintió a Aurora como una intrusa, sino que aunaron fuerzas para ayudarme en todo lo posible. Fue maravilloso. Eran las 7h de la mañana del miércoles 30 de enero y Chloe no nació hasta las 18h de ese mismo día.
Nos esperaban unas horas muy largas en que estuve un rato en la bañera de dilatación pero me relajé tanto que las contracciones se espaciaron. Luego en la pelota de pilates, a cuatro patas, de pie, en silla de partos, sentada… En todas esas horas sólo me hicieron un tacto más al principio y luego con sólo mirarme la cara en las contracciones ya sabían cómo iba la cosa.
Durante el parto pude beber; de hecho me bebí litro y medio de Aquarius y una botella de agua. También comí frutos secos que me dieron bastante energía. La comadrona del hospital utilizó el rebozo mexicano para estimular las contracciones cuando parecían un poco estancadas. Aurora colocó un difusor con aceites esenciales, me hizo digitopresión para animar las contracciones y te aseguro que así fue. De hecho lo hizo en dos ocasiones y en la segunda fue terminar y empezar el explulsivo!
Es curioso que había preparado tres listas de música para el momento del parto y al final lo único que quería escuchar era el tic-tac de las agujas del reloj de pared de la sala de partos. Sobre todo cuando entré en el «planeta parto». Si has dado a luz sin anestesia sabrás de lo que te hablo. En los último centímetros de dilatación (a partir de 8-9cm) las contracciones son muy muy fuertes. El cuerpo, para recuperarse después de éstas, segrega un chute de endorfinas de lo más reconfortante. Yo me quedé alucinada como el cuerpo de la mujer es capaz de algo así. Después de cada contracción que sobrellevaba como podía, intentando respirar, vocalizar sonidos guturales (nada de gritar), con presión en la zona lumbar por parte de mis acompañantes… de repente la contracción desaparecía y sentía tal colocón que no podía ni abrir los ojos. El dolor desaparecía por completo y el contador volvía a ponerse a cero. Estaba tan recuperada como si hubiera dormido 8h seguidas.
Aurora ya me había avisado, justo antes del explulsivo, el cuerpo te deja descansar unos minutos más. Si hasta ahora las contracciones eran cada minuto, de repente estás varios minutos sin contracciones. ¿Qué ha pasado? Pues que era el momento de empezar a pujar. Empezamos de pie y sujetándome a los brazos de mi marido. Yo tiraba hacia abajo y él hacia arriba. Durante unos segundos sentí que perdía las fuerzas y no podría, pero ya me había dicho que era normal flaquear cuando se acercaba el final, así que nada, para adelante. En uno de esos pujos la bolsa se rompió, aunque podría decir más bien que explotó. ¡Qué fuerte! ¡Qué sensación! Fue como cuando explota un globo y de repente empezó a salir líquido (totalmente transparente). Me costó unos minutos poder reconectar y durante esos pujos gritaba y no empujaba bien. Aurora habló con la comadrona del hospital y en el descanso entre contracciones me sugirieron tumbarme.
Pero a ver, si yo quería un parto natural en posición vertical! La gravedad, etc, etc… ¿Cómo iba a terminar el expulsivo tumbada? No, en serio, cómo iba a llegar hasta la camilla si tenía ya a Chloe con la cabeza coronada y sentía una presión terrible?! Pues llegué, no sé ni cómo porque yo casi no podía ni abrir los ojos. Me ayudaron a tumbarme en la camilla y Aurora me sujetó una pierna que flexionó hasta llegar casi a mi cara, mientras la comadrona hacía lo mismo con la otra. Mi marido me sujetaba una mano y con el brazo derecho yo tiraba de una sábana que colocaron en el cabezal de la camilla.
En cuanto llegó la contracción estaba muy centrada y pujé muy fuerte. En ese mismo pujo noté el «aro de fuego» que me quemaba mientras la cabeza de Chloe salía. Tomé aliento un segundo (o no sé cuanto porque mi mente estaba en otra parte) y volví a pujar con fuerza. Con ese segundo pujo salió todo el cuerpo de Chloe que rápidamente colocaron encima de mí (no quise tocar la cabeza de Chloe antes de que saliera porque sólo quería empujar y no pedí espejo porque tenía los ojos cerrados en todo momento). Pesó 3.650kg y midió 50cm, aunque eso lo supimos cuando llegamos a la habitación al cabo de unas horas.
Chloe en menos de un minuto supo encontrar el pecho por sí sola y empezó a mamar. La placenta tardó un pelín en salir pero sin problemas. Me la enseñaron y era enorme! No me hicieron episiotomía y tuve un pequeño desgarro que la comadrona cosió. Apenas unos puntos internos y alguno externo que no me molestaron. Para coserme me puso un poco de anestesia local como la que ponen los dentistas. Vale que parí sin epidural, pero no tiene ningún sentido que te cosan sin ponerte un poco de anestesia. Sentir lo que es dar a luz, conectar con tu parte más mamífera y empoderarte no tiene nada que ver que con que te guste sufrir tontamente.
Para mí el parto de Chloe fue perfecto. Largo, muy largo, pero totalmente sanador. Me reconcilió conmigo misma y cerró todas las heridas que tenía de mi parto anterior. Es una experiencia preciosa y brutal que toda mujer tiene derecho a disfrutar. Nos hacen pensar que es algo horrible e insoportable, que no lo aguantaremos, pero no es así. Nuestro maravilloso cuerpo es capaz de soportarlo y hace todo lo posible para que así sea.
La recuperación fue rapidísima. La barriga bajó muy rápido y no se me hincharon las piernas. La epidural del parto de Gina me causó un edema (retención de líquidos) enorme en las piernas que me duró una semana. Este parto y postparto fueron muy buenos y me ayudaron a cerrar una etapa de mi vida de la manera más satisfactoria posible.
Si has llegado hasta aquí, muchísimas gracias. Este post es muy largo, pero creo que merece la pena contar mi experiencia y así dar esperanza a otras mujeres que quizás han tenido un parto traumático y anhelan un segundo parto mejor. O quizás tuviste un parto maravilloso y disfrutas reviviendo momentos de tu parto mientras leer otros relatos. Disculpa la calidad de las fotos, pero creo que son dignas de ver aunque no sean perfectas. Espero que te haya gustado y nos vemos la semana que viene!
FOTO CABECERA: BABYFOTOBARCELONA
Olga
15 septiembre, 2019 at 19:04Eres una mujer fuerte y valiente, y tu blog puede ayudar a muchas mujeres que no saben aún que lo son.
Un abrazo.
La Mamisis
15 septiembre, 2019 at 19:41Muchas gracias! Me haría muy feliz que mi experiencia pudiera ayudar a alguien. De esa idea ha nacido este blog 🙂
Adriana
4 septiembre, 2019 at 21:19❤️❤️❤️❤️❤️ ayyyy que bonito post !!
La Mamisis
5 septiembre, 2019 at 00:03Muchas gracias Adriana! Escribirlo me hizo recordar muchas cosas y lo he disfrutado muchísimo. Gracias por leerme 🙂
Maria de los Angeles
5 septiembre, 2019 at 17:36Un relato muy emotivo y una experiencia bien contada para guardar en el recuerdo❤️😘
La Mamisis
5 septiembre, 2019 at 18:50Muchas gracias 🙂
paula
4 septiembre, 2019 at 21:09Qué bonito María! Realmente fue un parto larguísimo, pero mereció tanto la pena 🧡
La Mamisis
5 septiembre, 2019 at 00:02Absolutamente! Cuando me preguntan si es que no me dio tiempo a pedir la epidural me entra la risa jajajaj Es impresionante el cuerpo y la mente de una mujer lo que pueden hacer y los dejan 🙂 Gracias por leerme Paula