crianza

¡MAMI, SALE LECHE!

Lo primero que quiero aclarar es que no soy ninguna experta en lactancia materna ni asesora, simplemente escribo desde mi experiencia de casi 24 meses de lactancia con Gina y 7 meses más haciendo tándem. Evidentemente cada madre, cada bebé y cada lactancia es diferente aunque existan muchas cosas en común, al final es una experiencia única y personal que todas vivimos de manera diferente.

Cuando me quedé embarazada de Gina no tenía ninguna intención de darle pecho. Había oído muchísimas experiencias horribles y no quería pasar por ello. Conocía algunos de sus beneficios tanto para la madre como para el bebé, pero todo desde la visión científica, no desde la visión emocional. Fue en el último trimestre que lo pensé mejor. A mi marido le dio un brote de atópia en la piel muy fuerte y eso me hizo reflexionar. Los niños con tendencia a piel atópica suelen tener más brotes con la leche de fórmula y este tipo de afección es hereditaria. Pensé que si podía evitar que mi hija sufriera un brote tan fuerte o al menos minimizarlo, probaría suerte con la lactancia materna.

Cuando fui a las clases de preparación al parto, las otras embarazadas estaban aterradas con la idea del parto y sin embargo a mí lo que verdaderamente me daba miedo era la lactancia. Por ello, me puse a buscar información. Si iba a intentarlo quería hacerlo bien. Me informé de las crisis de lactancia, de los brotes de crecimiento, del agarre, de las posiciones. Busqué grupos de apoyo a la lactancia en mi barrio, lo que era y no era normal. Y con mucho miedo, cuando iba a nacer Gina y la matrona me preguntó si le daría pecho dije… SÍ!

He de reconocer que me fue muy útil la información que tenía para lograr una lactancia exitosa, porque aunque muchos puedan pensar que lo tuvimos sencillo, no fue así. La primera gran dificultad la encontramos en el hospital. Gina tenía un pequeño hematoma en la cabeza a causa de la ventosa y no quería estar de lado, gritaba muchísimo y no se enganchaba al pecho. Las enfermeras no nos ayudaron mucho y al final a base de intentarlo conseguí que se agarrara algo al pecho.

La segunda piedra en nuestro camino fue la primera noche en casa. Gina mamó algo pero luego dejó radicalmente de querer agarrarse al pecho. Dormía y dormía y no había manera. Pasaban las horas y yo ya no sabía qué intentar. Decidimos ir al hospital y allí nos pegaron el susto de nuestra vida. Le hicieron una analítica de sangre y por error del laboratorio nos dijeron que debía quedarse ingresada por recuento muy bajo de neutrófilos. Eso significaba que cualquier pequeña infección podía causarle una grave enfermedad. Contando que tenía apenas 3 días y yo estaba en un postparto inmediato horrible… imagina lo terrible que fue.

Nos pasamos la noche ingresados y yo llorando cada vez que miraba la carita de mi hija. Pedí que le dieran un biberón o lo que fuera porque si no tenía defensas y encima no mamaba pensaba que se iba a morir. Pero no todo fue en vano. Esa noche encontramos una enfermera de guardia que no tenía ninguna intención de que nuestra lactancia se arruinara. Vino cada 2-3h a poner a Gina a mamar. Con una jeringa le humedecía la comisura de los labios para activar su reflejo de succión. Resultó que no se agarraba porque me estaba subiendo la leche y el pecho estaba demasiado duro para ella. ¡Yo qué iba a saber! Esa mañana amaneció con mi pecho brotando leche a chorro. Yo pensaba que del disgusto no me subiría la leche, pero no fue así. Repitieron la analítica por la mañana y estaba perfecta. A partir de ahí nuestra lactancia fue todo un éxito. Pasamos por una crisis intensa a los 17 días que estábamos empeñados en superar y así lo hicimos.

Cuando Gina tenía 15 meses me quedé embarazada sin buscarlo y fue un choque importante. Habíamos luchado por nuestra lactancia y me daba mucha pena terminarla así. Sabía que un porcentaje muy alto de bebés se desteta durante el embarazo ya que la producción de leche se reduce muchísimo incluso puede cortarse en el segundo trimestre. Seguimos con la lactancia en seco y aunque en el primer trimestre el dolor de los pezones era casi insoportable y en el segundo no tenía leche, conseguimos superarlo todo.

Cuando di a luz la leche volvió y así me lo hizo saber: » ¡Mami sale leche!» Y ahora que tiene 31 meses… ¿Por qué seguir? Sinceramente creo en el destete natural y respetuoso. Sí que he sufrido agitación por amamantar haciendo tándem (alguna vez que Gina no se ha querido soltar), pero por suerte han sido en ocasiones muy puntuales y lo hemos superado también.

Y me dirás… pero con Chloe ya tenías el camino hecho! Pues sí y no. Tenía experiencia sobre cómo cogerla, sobre agarre y las crisis. Pero nos encontramos con una niña que dormía muchísimo y bajaba de peso. Nos pasábamos más rato intentando despertarla que ella el que empleaba mamando. Así que tuve que sacarme calostro manualmente para suplementarla con cucharilla en el mismo hospital. Tanto con Gina como con Chloe, la leche tardó 72h en subirme y el inicio no fue un camino de rosas. La inseguridad, los miedos, todo lo fuimos superando.

La lactancia materna es dura, no puedes delegar, no sabes cuánto está comiendo, pasas por varias crisis, por molestias (tanto en el pecho como en la espalda por malas posturas)… pero para mí siempre ha compensado. Actualmente creo que Gina ya hace meses empezó su destete progresivo. Ni ofrezco ni niego. Hay días que ni se acuerda, otros que me pide a cada rato. A veces necesita su ratito de que la coja y mamar. Otras sólo necesita saber que no se lo niego y apenas hace un par de succiones rápidas.

Para mí la lactancia es más que alimento y por ello no tenemos fecha de caducidad hasta que ellas o yo digamos basta. Eso no significa que no respete todas las opciones. Respeto la madre que se decanta por la lactancia materna y lo deja por tener una mala experiencia. Digo «lo deja» y no «fracasa» porque no es su fracaso, es el de la sociedad que no la ayuda o apoya para que lo consiga. Respeto a la que decide respetar porque es ella la que no puede o quiere seguir. Respeto a la madre que decide no intentarlo porque no quiere. Respeto a la que decide seguir con una lactancia mixta a pesar de que sería más sencillo terminar con la materna y seguir sólo con la fórmula. Respeto todas las lactancias porque ninguna es fácil.

¿Cuál es tu experiencia con la lactancia? ¿Te han ayudado en los baches? ¿Te has sentido apoyada y respetada? Gracias por leerme y nos vemos la semana que viene. Recuerda que puedes suscribirte para no perderte ninguna entrada!

6 Comentarios

  1. Olga

    15 septiembre, 2019 at 19:00

    Me ha gustado mucho el post de esta semana

    1. La Mamisis

      15 septiembre, 2019 at 19:39

      Me alegro mucho, gracias por leerlo 🙂

  2. Maria de los Angeles

    12 septiembre, 2019 at 15:17

    Al hilo de este post,creo que puedo estar satisfecha como mujer de que se haya favorecido a las madres tanto en ayuda como en información para que puedan amamantar a sus hijos,algo que no ocurrió en mi época de madre lactante.

    1. La Mamisis

      12 septiembre, 2019 at 22:15

      Es una pena que en esa época no se diera el soporte necesario para lograr una lactancia exitosa. Aún hay mucho camino por hacer y muchas cosas que mejorar, pero por suerte se empieza a ver un cambio positivo respecto a este tema. Gracias por leerme, un abrazo 🙂

  3. Nuria

    12 septiembre, 2019 at 00:43

    Es increíble lo poco que sabía sobre lactancia materna antes de dar a luz. Mi madre no me enseñó porque según ella su leche era «aguada» y nos tuvo que dar biberón (y no le discutas que eso es imposible). Nunca vi una mujer dar el pecho en público, lo mismo en la tele o el cine. ¿Cómo voy a saber si no nos educan y encima la sociedad pretende que demos el pecho a escondidas en un baño como si fuera algo por lo que avergonzarse? Por suerte tuve a profesionales que me enseñaron y amigas cuyos consejos y apoyo fueron fundamentales para aprender, ganar confianza y no rendirme en los peores momentos.

    1. La Mamisis

      12 septiembre, 2019 at 14:21

      Exacto! Ha habido una generación en la que prácticamente nadie daba el pecho. Está claro que había una mezcla entre poca información, tabú, conveniencia de las marcas de leche de fórmula… porque es imposible que de mi generación todas las madres tuvieran leche aguada, poca leche o un sinfín de problemas con la lactancia que las llevaba a abandonarla. Hace poco una madre joven con la que coincidí me dijo que le daba biberón porque su leche era agua, que lo había visto al sacarla con el sacaleches y que por eso su bebé lloraba y no engordaba. Me dio mucha pena, que le hayan hecho pensar que ella no era capaz de alimentar a su bebé cuando la leche materna al principio de la extracción siempre se ve más transparente. Es algo completamente normal… Falta mucho por hacer! Gracias por leerme Núria 🙂

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